Del 23 al 26 de junio, Tenerife fue el escenario de una misión inversa organizada por la Denominación de Origen Protegida Islas Canarias – Canary Wine y que reunió a un grupo selecto de distribuidores de vinos, provenientes de diversas provincias de la península como Girona, Madrid, Bilbao y Valencia.
Durante estos tres días, los participantes tuvieron la oportunidad de explorar algunas de las bodegas familiares de la isla y sumergirse en la rica tradición vitivinícola de Tenerife.
El recorrido comenzó con una visita al municipio de Garachico, situado en el norte de la isla. Este encantador pueblo costero, vinculado desde hace más de cinco siglos a la historia del vino en Canarias, ofreció un respiro perfecto y una oportunidad para disfrutar de la cultura local. De la mano de una guía profesional, los participantes pudieron conocer aquellos lugares que hablan de esa época histórica.
La misión incluyó visitas a Bodegas Viñátigo en La Guancha, Bodegas Piedra Fluida en Santa Úrsula, Bodegas Atrevino en La Matanza de Acentejo, Bodega Linaje del Pago y Bodegas Monje en el Sauzal, Bodegas Ferrera en Arafo, Bodegas El Sitio en Tacoronte y Bodegas El Lomo en Tegueste donde los distribuidores pudieron conocer de primera mano los procesos de elaboración de vinos únicos y degustar cada uno de sus vinos elaborados con variedades autóctonas. Cada una de estas bodegas impresionó a los participantes con su dedicación y cuidado en cada etapa de la producción del vino, así como con la calidad y singularidad de sus productos.
No solo visitaron bodegas, sino que también exploraron algunos de sus viñedos dispersos por diferentes municipios de la isla. Allí, descubrieron la singularidad del clima y los suelos volcánicos, que, junto a las técnicas de cultivo tradicionales, dan lugar a vinos con una identidad única. Esta experiencia les permitió apreciar aún más la diversidad y riqueza de la viticultura en Canarias.
Este evento no solo permitió a los distribuidores conocer de cerca los productos y procesos de las bodegas canarias, sino que también fomentó el intercambio de conocimientos y la creación de nuevas conexiones comerciales.
La misión inversa en Tenerife fue, sin duda, un éxito rotundo, dejando una huella duradera en todos los participantes y fortaleciendo los lazos entre la península y las Islas Canarias.