Siete de las ocho islas del archipiélago canario son originarias de vinos que el mundo celebra desde hace 500 años.

Todo comenzó a comienzos del siglo XV, cuando los reinos europeos, entusiasmados por el descubrimiento de América, decidieron expandirse hacia el Atlántico. Tras un siglo de disputas, el archipiélago finalmente quedó en manos de la Corona de Castilla, aunque todos esos años de incursiones españolas, portuguesas, italianas y francesas fueron suficientes para moldear la cultura canaria. Su vitivinicultura es uno de los legados más interesantes del paso de estas civilizaciones que convirtieron a las Islas Canarias en la primera zona vitivinícola del Nuevo Mundo.

Gracias a los Canary Wines, las Islas Canarias se convirtieron en epicentro comercial del vino en los siglos XVI y XVII hasta que el Tratado de Methuen de 1703, entre Portugal e Inglaterra, detuvo su liderazgo. A finales del siglo XIX, la plaga de filoxera daría otra oportunidad a estas islas donde jamás se registró la actividad de este insecto. Así, los suelos volcánicos de las Islas Canarias se convirtieron en reservorio natural de variedades extintas en el mundo y que hoy brillan nuevamente.

Para conocer más sobre la historia del vino en Canarias no dejes de leer “El vino que perfuma la sangre. El Canary Wine en las letras universales”, un libro editado por AVIBO – Órgano de Gestión de la DOP Islas Canarias.